Pregunta difícil: ¿se puede innovar a partir de una expresión artística tan antigua como es la poesía? ¿Se puede innovar en el ámbito educativo inculcando a los alumnos el aprendizaje memorístico de unos versos? ¿Es innovador enseñar a adolescentes el placer de respirar pausadamente, de recuperar de la memoria un poema que se ha aprendido previamente y de recitarlo despacio, con tiempo, por el simple hecho de disfrutar, de emocionar, de emocionarse? ¿Es innovar olvidarse durante unas clases de tabletas, redes sociales y herramientas 3.0 y dejarse mecer por los versos que un poeta francés reunió hace 70 años?
¿Podemos decir que estamos innovando cuando bajamos con un grupo de alumnas de Bachillerato a la biblioteca del Instituto para buscar un libro? El libro aparece (poco usado, la verdad es que en mi instituto la poesía francesa de posguerra no tiene demasiada demanda), el poema está donde el índice, tozudo, nos dice que busquemos, el profesor lo lee. Las alumnas lo leen. Habla de amores contrariados, de desayunos silenciosos, de despedidas, de lágrimas. Lo publicó el poeta Jacques Prévert en su poemario Paroles (1946) y a las chicas les gusta, les parece moderno. Buscamos en Youtube (ya tardábamos en recurrir a las máquinas), encontramos algún corto inspirado por el poema y decidimos hacer algo parecido. Humilde, sencillo, entre las paredes del aula. Aprendemos el poema, ensayamos, recitamos, repetimos, y luego lo grabamos. Lo grabamos incluso varias veces, resulta que recitar poesía no es tan fácil, sobre todo si es en francés y el profesor se pone pelma con la entonación. Hay cosas que requieren su tiempo, su liturgia. La poesía es una de ellas.
El resultado está aquí. El poema se titula Déjeuner du Matin, y lo compuso un poeta francés hace la tira de años. Un poema más viejo que la tana, que está en una edición cutre en la biblioteca del instituto. El papel amarillea ya, pero el poema es moderno. Y a las chicas les gusta…
José Mas Pérez
Profesor de Francés
IES Pedro de Luna- Zaragoza